¿Y si nos bebemos el tango? (Argentina, tango y vino)
El vino y el tango ocupan un
lugar muy importante en Argentina, tanto que son el emblema actual del país.
Muchos consideran a esta mancuerna inseparable de tal forma que se puede ver al
tango como el espíritu y al vino como el cuerpo, uno al otro se necesitan y uno
al otro se complementan.
Ambas partes provienen de la
inmigración de países Europeos; por una parte
el vino llega a las tierras
Argentinas con inmigrantes entre 1579 y 1575 (Forgia.M.,
2016), aportando características diferentes gracias al terruño
de la zona, aumentado así su aceptación en la población. Por otra parte el tango también nació de la llegada de inmigrantes y
se dice que quizá tenga raíces negras; este de hecho en sus inicios se bailaba de
una manera arrabalera y que con el paso de los años se transformó en lo que es
en la actualidad.
Fotografía: Hugo Borges
El tango solo se veía en hombres
en pulperías y cantinas, pero las mujeres se comenzaron a integrar en los
lugares que eran mejor conocidos como “no santos” y se ¡armo la milonga! , pero
en aquella época se consideraba un baile muy vulgar que juntaba a dos cuerpos
al compás de 2 por 4 (Forgia.M.,
2016).
Así como el vino tomaba su camino
en Mendoza, también se metía en las letras tangueras, que comenzaron a plasmar
nostalgia, tradición, amor, desamor, la soledad y el clamor del pueblo. El
tango se tornaba con un toque social, pues
el vino era un acompañante común y se bebía en cualquier parte, como las
cantinas o bares.
Fotografía: Hugo Borges
Los pioneros y grandes en el vino,
fueron grupos familiares que tenían un origen lejos del País como los Arizu (hoy Luigi Bosca), los Rutini
(Bodega La Rural), Catena (Bodegas Esmeralda – Catena Zapata), Bianchi (Bodegas
Casa Bianchi), Canale (Bodega Humberto Canale), Suter (Bodega Suter),
Goyenechea (Bodega Goyenechea), López
(Bodega López), y en Salta los Etchart (Bodega Etchart, hoy en manos de la
multinacional Pernod Ricard y fundadores de la actual San Pedro de Yacochuya)(andes, 2009). Lugares
en donde sonaban desde 1920 canciones que se volverían inmortales para
Argentina y que los distinguirían ante todo el Mundo, como: Mi noche Triste, el
tango de Pascual Contursi, que lloraba “para mí ya no hay consuelo / y por eso
me encurdelo / pa'olvidarme de tu amor” (andes, 2009) entre otras .
A partir de aquí el vino dejo de
ser solo el acompañante del mal de amores, para también acompañar a la de
celebración, dando como resultado el emblema de arte y pasión.
Fotografía: Hugo Borges
Fuentes de Información
La Forgia, M. (2016). Vinos&Co. Recuperado el
07 de Febrero de 2016, de
http://vinosyco.com.ar/index.php/protagonistas/190-dos-simbolos-argentinos-tango-y-vino
SN. (18 de Septiembre
de 2009). Los Andes. Recuperado el 07 de Febrero de 2016, de
http://archivo.losandes.com.ar/notas/2009/9/18/gu%C3%ADa-446663.asp
Escrito por:
Azuara Calderón Yolanda
Mendoza Burgos Ricardo Daniel
Pacheco Villanueva Karla
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPrecioso, el baile es un arte que sólo se compara con el vino, me encantaría publiquéis algo sobre el flamenco y el vino en españa.
ResponderEliminar<3 <3 <3
Por supuesto, sería una nota muy interesante. De eso trata el blog, poder hacer la apreciación más grande posible de todos los aspectos del vino, no sólo los técnicos sino también los artísticos.
EliminarUn saludo.