Un sector tradicional como el vitivinícola
también puede beneficiarse de las tecnologías y la investigación más recientes.
Un ejemplo avanzado de lo que pueden suponer los
nuevos sistemas es la experiencia piloto que se ha creado en el marco del
proyecto europeo GoodFood, dedicado al desarrollo de microsistemas para la
calidad y seguridad alimentaria en diversos ámbitos. Se trata de unas viñas
situadas en Montepaldi, a 20 kilómetros al sur de Florencia, para las que se
ha creado un «entorno inteligente». Esta viña ha sido, en palabras de los
investigadores, «sembrada» de sensores. Eso supone una red considerable de
dispositivos que controlan diversas variables. Hay sensores para controlar el
crecimiento de las plantas, sensores en el suelo y a diferentes profundidades
para controlar la humedad y la temperatura, sensores para controlar la luz. Los
dispositivos están conectados a través de una red inalámbrica al centro de
control. Y, dado que debe funcionar de forma autónoma, el sistema ha sido
dotado de una placa solar que suministra la energía suficiente. El sistema permite seguir en tiempo real si la viña
sufre estrés hídrico y conviene regar alguna zona en especial, el momento
óptimo para vendimiar o si hay riesgo de ataques por parte de hongos y conviene
fumigar.
Otro ejemplo de tecnología aplicada a la producción
del vino es un sistema de análisis en continuo de la evolución del vino que se
está desarrollando en el Instituto de Física Aplicada del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Universidad
Politécnica de Madrid. El sistema une sensores químicos que reaccionan a la presencia de aromas y cambian su
resistencia eléctrica, con un sistema informático, basado en una red neuronal,
capaz de identificar las variables significativas de los aromas del vino y
reconocer patrones. El prototipo, que ha sido probado en el centro de
investigación IMIDRA (Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario) para evaluar dos tipos de vino, ha conseguido resultados
notables.
«La correlación entre los sensores y un panel sensorial humano es de
alrededor del 86%», explica Jesús Lozano, investigador del CSIC.
Las ventajas
de un sistema como este no es sólo que no se necesita sacar muestras, explica,
sino que frente a los sistemas actuales de análisis de aromas, basados en
cromatografía de gases, la nariz electrónica es más
barata, más pequeña y no necesita a un experto detrás.
Ibarra Bermudez Teresa
Nolasco Santiago Isaí
Custodio Acevedo Claudia
fuente:
http://www.consumer.es/seguridad-alimentaria/sociedad-y-consumo/2006/03/08/22720.php
Muy intetesante, habra que estar al pendiente de estas teclologias aplicadas en Chile, Argentina o Brasil.
ResponderEliminarDe llamar la atencion tambien el concepto "seguridad alimentaria" mismo que no entiendo ¿a que se refiete?
Muy intetesante, habra que estar al pendiente de estas teclologias aplicadas en Chile, Argentina o Brasil.
ResponderEliminarDe llamar la atencion tambien el concepto "seguridad alimentaria" mismo que no entiendo ¿a que se refiete?